Construida en el siglo XVI, es una modesta ermita pero que ha sido importante por la veneración al Santo Patrono "El Cristo Negro".
Cada septiembre llegan cientos de creyentes a rendirle tributo a este santo milagroso.
Su fachada asemeja una pequeña fortaleza medieval con una torre de dos cuerpos y cuenta con una sola nave y una planta en forma de cruz latina.
El retablo principal tiene un frontón curvo adornado en oro. También se destaca una pila bautismal elaborada en piedra labrada con conchas y motivos vegetales.